por Neale Donald Walsch
15 de Marzo de 2011
15 de Marzo de 2011
Traducción: Margarita LópezEdición: El Manantial del Caduceohttp://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm
Nuestros corazones están hoy con toda la gente de Japón y con la gente de todo el mundo, en verdad, porque es todo el mundo el que ahora está observando la tenue evolución en Japón casi hora-por-hora, y que se ven afectados, tanto directa como indirectamente, por ello.
La situación en ese país devastado no ha ido mejorando. Más bien, casi parece que se hiciera peor momento tras momento. Rezamos para que las próximas 12 horas y el día que sigue traigan un respiro de las malas noticias que han estado fluyendo de esa isla nación casi sin parar desde el terremoto masivo de 8,9 que ocurrió el día viernes.
He estado reflexionando profundamente acerca de este evento geofísico de impacto mundial, tratando de entenderlo desde la perspectiva de Conversaciones con Dios. Me gustaría ofrecer mis observaciones aquí, no porque piense que son importantes de documentar ni porque valgan más que las de cualquier otra persona, sino porque –como después del 11 de Septiembre y Katrina, el tsunami de Indonesia y Haití, y otros eventos terribles– muchas personas me han preguntado: “¿Cómo encaja lo que está sucediendo ahora con el mensaje de Conversaciones con Dios?”
Con su venia, voy a ofrecer mi respuesta a esa pregunta en varias etapas durante los próximos días, debido a que (1) quiero ver qué acontecimientos adicionales se producen en las próximas horas, y (2) este blog terminaría siendo demasiado largo si pongo todos mis pensamientos presentes en un solo artículo enmarañado.
Me gustaría abrir mi comentario personal comentando el aspecto más importante de la calamidad de Japón: el alto número de muertes que sigue en aumento. Mientras veía aumentar los números desde los primeros informes en centenares, hasta los informes posteriores que rondaban los dos mil hasta los informes actuales que indican que 10.000 personas, como mínimo, han perdido la vida, mi mente se apresuró a considerar profundamente la información que se me dio hace varios años en el texto de Conversaciones con Dios acerca de la muerte y morir, EN CASA CON DIOS en Una Vida Que Nunca Termina.
En esta conversación, Dios me dijo que nadie muere nunca en un momento o de una manera que no sea de su elección. De hecho, si el mensaje de Conversaciones con Dios es correcto, nada sucede que vaya en contra de nuestra voluntad, ni puede suceder, teniendo en cuenta Quiénes y Qué Somos.
Quiénes y Qué somos, Conversaciones con Dios famosamente nos dice, es Dios. Nosotros somos, dice Conversaciones con Dios, la expresión individualizada y localizada de la Divinidad. Teniendo en cuenta esta verdad, todo lo que ocurre, ocurre para nuestro beneficio, ya que conduce a la evolución de la especie humana y la expresión cada vez mayor de la Vida Misma, en todas sus formas y lugares. Así como en el cosmos, donde sistemas estelares enteros colapsan en agujeros negros y donde los soles arden hasta extinguirse a sí mismos dejando a los planetas que giraban a su alrededor dispersándose en la oscuridad helada, así también la Vida proporciona el combustible para que la Vida Misma continúe. Nada ni nadie muere, sino que simplemente cambia de forma de vida.
Digo “simplemente” con una conciencia profunda y sensible del hecho de que el cambio de forma de vida de los seres humanos de lo físico a lo no-físico, lo experimentan como una tragedia quienes se quedan atrás. No hay mayor pérdida, en nuestra cultura, que la pérdida de la vida. Sin embargo, el que muere no lo experimenta como una pérdida en absoluto, ni como el final de la vida o la conciencia, sino más bien, como la transición a un nivel aún mayor de conciencia y experiencia. Así nos lo dice Conversaciones con Dios. Si esto es verdad, y yo creo que lo es, entonces no tenemos que llorar a quienes se han ido, porque ellos han pasado a un lugar de más alegría que la que conocieron jamás mientras estuvieron aquí en la tierra.
Sin embargo, si esto es así, una persona pensante debe preguntarse: ¿Para qué vivir entonces? ¿Por qué no poner fin a nuestra propia vida voluntariamente en este momento, y graduarnos a ese lugar más elevado y más dichoso?
Esa es una pregunta perfectamente razonable y perfectamente lógica. La respuesta es que la Vida se vive en lo físico (una y otra vez) por una razón; por un propósito que no se puede lograr en el reino no-físico, por dichoso que sea. Si pudiera hacer una analogía, es algo así como ir a trabajar. Es mucho más agradable y mucho más gozoso estar de vacaciones, pero no podemos lograr en las vacaciones lo que podemos lograr en el trabajo. Este es un ejemplo simplista, pero sirve, espero, para ilustrar la idea. La Vida Física tiene una razón de ser. Hay algo que estamos haciendo aquí que no podemos hacer en el reino puramente espiritual. Es por eso que a la larga todos regresamos —por lo general después de tomar un buen descanso, largo y feliz.
Sin embargo, sí es posible que la vida en el reino físico sea, nos dice Conversaciones con Dios, no menos dichosa que la vida en el reino espiritual. Y en las civilizaciones avanzadas, donde los seres sintientes saben Quiénes Son Realmente y expresan eso, lo es. Esto no está sucediendo en este momento en la tierra, pero la humanidad está avanzando hacia eso —todo como parte de su evolución.
Así pues, con respecto a aquellos cuyas vidas físicas terminaron a causa del terremoto y tsunami en Japón, lloramos con todos aquellos que han perdido seres queridos, ya que entendemos el profundo dolor de su pérdida. Sin embargo, nos regocijamos y agradecemos a un Dios que ha creado el proceso de la Vida Misma, de forma tal que nunca termine, ni que tampoco ninguna Alma ni Esencia cambie de forma de vida en contra de Su voluntad. Para decirlo en pocas palabras y en forma directa, todos los que murieron en los últimos días, murieron porque, a un nivel que no es el nivel consciente, ellos eligieron hacerlo.
Sé que eso es difícil de creer, y ciertamente no es algo que yo le diría a un familiar profundamente afligido en el momento que está experimentando su pérdida, a menos que pensara que eso podría ayudar a que la persona en duelo por lo menos supiera que no ocurrió nada que fuera en contra de la voluntad del Alma que partió.
Esto deja muchas otras preguntas sin respuesta. Muchas personas afligidas me dicen: “¿Quieres decir que mi esposa (esposo, madre, padre, hijo, etc.) en realidad eligió dejarme? ¿Qué me estás diciendo? ¿Qué me dice eso acerca de lo felices que eran conmigo?”
Yo creo que es muy importante no tratar de entender cuestiones como éstas a nivel de la Mente, sino tratar de pasar al nivel del Alma mientras contemplamos tales preguntas. Voy a continuar con esta exploración en mi próximo artículo aquí. Por ahora, unámonos una vez más (sé que lo han hecho muchas veces en estos últimos días) para enviar nuestra luz y amor y energía sanadora a todos aquellos que han sufrido angustia terrible y pérdidas en Japón, así como en Libia, Bahréin, y en cualquier otro lugar del mundo donde vidas físicas hayan terminado abruptamente, inesperadamente y trágicamente (para los sobrevivientes). Dios otorgue a esos sobrevivientes paz y liberación de su dolor.
Y que Dios los bendiga, a todos los que leen esto, mientras nos aventuramos juntos en nuestro propio viaje particular aún sin completar, que será explorado y explicado profundamente aquí en los próximos días.
Con amor, Neale.
© 2011 Fundación ReCreation - http://www.cwg.org. Neale Donald Walsch es un mensajero espiritual contemporáneo cuyas palabras siguen conmoviendo al mundo en maneras profundas. Su serie de libros Conversaciones con Dios ha sido traducida a 27 idiomas, tocando a millones de vidas e inspirando cambios importantes en sus vidas cotidianas.
Estos y otros artículos de interés pueden ser descargados en archivo Word desde el sitio creado en http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm para ARTÍCULOS DE INTERÉS
No hay comentarios:
Publicar un comentario